PATRONA DE LA ORDEN DE SAN AGUSTÍN
La devoción a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación es universal y de larga tradición. Sobre todo, en la Familia Agustiniana, que completa el título mariano hablando de Nuestra Señora de la Consolación y Correa. La correa hace referencia al hábito agustino.
El origen de esta devoción se halla íntimamente ligado a la vida de San Agustín, sintetizada en una piadosa tradición. Santa Mónica se hallaba sumida en el dolor por los extravíos de su hijo Agustín. A esta preocupación se sumó la muerte de su esposo y meditó en la desolación de la Virgen María después de la muerte de su hijo Jesús. La Virgen se aparece a Mónica, vestida de negro y ceñida con una correa, diciéndole: “Mónica, hija mía, este es el traje
que vestí cuando estaba con los hombres, después de la muerte de mi hijo. El mismo vestido llevarás tú en señal de tu devoción hacia mí”. La alegría de Mónica fue grande al escuchar aquellas palabras. Alegría que llegaría a su cúlmen con la conversión de su hijo Agustín.
Consta históricamente que en el siglo XV ya se instituyen distintas Cofradías de la Correa en Bolonia. Cuando Don Pedro de Aragón le pidió a Clemente X que le concediese algunas indulgencias, el Papa le respondió: “Tomad la correa de San Agustín y en ella las tenéis todas”.
También santa María Virgen es llamada y venerada como “Madre de la Consolación” o “Consoladora de los afligidos”, ya que por medio de ella Dios envió “el consuelo a su pueblo, Jesucristo, nuestro Señor”.
Ella, cuando estuvo junto a Jesús que sufría en la cruz, soportando un dolor inmenso, mereció de manera especial la felicidad que el Evangelio promete a los que lloran; y después que el Señor la ha consolado con la resurrección de Cristo, ella puede consolar a sus hijos en cualquier lucha.
Después de la ascensión de Cristo, “estando en oración con los apóstoles, pidió ardientemente y esperó confiada el Espíritu del consuelo y de la paz”.
Y después de su asunción al cielo, no cesa de interceder con amor de madre por los hombres, afligidos por la tribulación. Por esto en la Constitución sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II leemos: “La Madre de Jesús precede con su luz al pueblo de Dios peregrinante, como signo de esperanza segura y de consuelo” (LG 68).
La Orden de San Agustín celebra la solemnidad de NUESTRA SEÑORA, MADRE DE LA CONSOLACIÓN, y su patrocinio, el día 4 de Septiembre.